– Rachel Scrudato, Participante del programa de SAF de 2021
FLOC – Comité Organizador de Trabajadores Agrícolas (Farm Labor Organizing Committee)
Cuando le preguntaron cuáles son sus esperanzas para el futuro, un trabajador agrícola dio esta sencilla respuesta: “los mismos derechos, las mismas oportunidades, y la libertad que los ciudadanos tienen”. Es una injusticia que a las personas que realizan el trabajo más fundamental para alimentar a nuestras familias y contribuir a la prosperidad de este país, se les tenga, de forma estratégica, en una situación de vulnerabilidad, y deliberadamente se les niegue sus derechos para maximizar las ganancias corporativas:
Después de sentirse enfermo en el campo, un trabajador murió en una tienda mientras esperaba que un autobús lo llevara de regreso a México, porque no pudo recibir atención médica.
Cuando un trabajador se lastimó la rodilla en el trabajo, no se le dio compensación ni cuidado médico, sino que simplemente se le transfirió a un tráiler, sin dinero ni transporte, con otro trabajador que estaba en aislamiento por COVID.
Al llegar, a los trabajadores que han sido hospitalizados por COVID se les dice que solo han tenido una reacción a la vacuna y se les envía de regreso a México.
En el campamento que visitamos, las viviendas para los trabajadores migrantes eran establos que habían sido remodelados sin cuidado.
Estas condiciones nunca serían toleradas para ciudadanos de los Estados Unidos. ¿Por qué se valoran de forma diferente a las personas simplemente por el lugar de donde son? ¿Es demasiado pedir que la gente sin quien no podríamos sobrevivir exija los mismos derechos, las mismas oportunidades, y la libertad?
Mientras los gobiernos no quieran conceder estos derechos, oportunidades, y libertad a los trabajadores, ellos y ellas luchan para obtener la igualdad por sí mismos. Durante mi primera semana de trabajo en el sindicato, mi supervisor me dijo algo que marcaría el resto de mi verano: “La victoria no es el reclamo ganado o el contrato negociado, sino que la victoria es que los trabajadores comiencen a entender que ya no deben tener miedo”.
Este verano, a pesar de que he visto incontables casos de injusticias que provocan ira y agotamiento, también he sido testigo de casos igualmente impactantes de trabajadores que han logrado empoderarse y liberarse al rechazar el miedo manipulador que los agricultores y los supervisores pueden tratar de infundir para mantener su poder:
Después de enfrentar a un supervisor abusivo, un miembro nos dijo, “Mis piernas me temblaban, pero nunca antes me había sentido tan BIEN”.
Cuando los trabajadores no recibieron el pago prometido, lo reclamaron durante un año, hasta que obtuvieron su pago y mejores condiciones de trabajo.
Los trabajadores renuncian sus cheques de pago y ponen en riesgo su trabajo para asistir a marchas y manifestaciones, y sufren represalias al defender a compañeros que no han sido tratados justamente.
Cada vez que un trabajador llama al sindicato, está haciendo un acto de valor.
La lista de injusticias es larga y agotadora, pero no supera la lista de actos de resistencia.
A pesar de que la opresión los vuelve a pisotear, la resistencia siempre vuelve a remontar. La victoria surgirá de estos actos constantes de valentía, a medida que los trabajadores reconozcan su valor y sus derechos, y se organicen para exigir que se les respete con la dignidad que cualquier humano se merece, sin importar de dónde son.
La victoria ocurre al comprender que ya no debes tener miedo y al ser inspirado por el valor de los trabajadores… logré una victoria este verano.